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Cada 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, una fecha que nos lleva a la reflexión sobre una de las grandes lacras sociales que afecta de forma crucial a los derechos de los niños. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Internacional del Trabajo (OTI) se estima que unos 160 millones de niños (entre 5 y 17 años) trabajaban a principios del año 2020. Además, se destaca un dato muy alarmante: por primera vez desde el año 2000, no se han registrado datos de mejora, aumentando en 8 millones el número de menores que se enfrentan a esta terrible situación.
¿QUÉ ES EL TRABAJO INFANTIL?
Este término se refiere a todas aquellas actividades que privan a los niños de su niñez, su desarrollo (físico y mental), su potencial y su dignidad como personas. Según el último informe sobre trabajo infantil del año 2020, realizado por la UNICEF y la OTI, es en las zonas rurales donde más comúnmente se lleva a cabo esta práctica. Por ello, no es raro que la mayoría de esta problemática se sitúe en el sector agrario.
¿CÓMO NOS AFECTA EL TRABAJO INFANTIL?
Este problema social no solo afecta a los niños, sino que también tiene repercusiones mucho más ampliadas en la sociedad. Los niños que trabajan suelen terminar abandonando el colegio o el instituto, por lo que no pueden adquirir los conocimientos y habilidades necesarias para tener un empleo digno en el futuro. Por otro, no se desarrollan de forma adecuada tanto física como emocionalmente al realizar actividades que, por su edad, no les corresponden. Además, muchos de ellos realizan trabajos con un alto nivel de peligrosidad, lo que repercute todavía de más en su salud y bienestar. Por último, todo ello afecta al conocido ciclo de la pobreza porque al tener que dejar su educación, no pueden acceder a mejores oportunidades laborales y esto afectará a las futuras generaciones.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA REVERTIR ESTA SITUACIÓN?
La lucha contra esta lacra no es algo sencillo, muchas acciones dependen de los gobiernos, pero como sociedad, e individualmente, podemos llevar a cabo toda una serie de acciones concretas que nos permitan eliminar esta práctica:
EDUCACIÓN Y SENSIBILIZACIÓN.
Estar al día sobre problemas sociales como este es clave para poderle hacerle frente. Poner en conocimiento a otros de situaciones como esta nos, es el primer paso para lograr que los gobiernos adquieran el compromiso de aplicar que ayuden y protejan a las niñas y niños que sufren estas situaciones. Si eres docente, tienes una oportunidad interesantísima para generar impacto en tus estudiantes. Incluir este tipo de conocimientos en sus currículos les permite entender la importancia de los derechos de los niños y las niñas, y la suerte que tienen por poder ir a la escuela o al instituto o jugar con sus compañeros.
CONSUMO RESPONSABLE.
Ser conscientes de los productos que compramos puede ayudar a eliminar el trabajo infantil. Optar por productos en los que se respeten los derechos laborales de los trabajadores y que no utilicen mano de obra infantil en ninguna parte de su proceso productivo, es una buenísima forma de enfrentar esta situación. Productos en los que aparece el sello de Fairtrade®, es un indicativo de productos de comercio justo en los que se lucha contra la pobreza en las zonas rurales, donde se da más comúnmente esta práctica. Esta organización prohíbe esta práctica para que un producto pueda ser considerado de comercio justo y llevar su llevo.
APOYA A ONGDs Y OTRAS INSTITUCIONES QUE LUCHEN CONTRA EL TRABAJO INFANTIL.
A través de donaciones, voluntariado o compartiendo el trabajo de distintas organizaciones que luchan contra esta deleznable práctica buscando mejorar las vidas de las niñas y niños. Gracias a tu generosidad las ONGDs pueden implementar programas educativos de calidad que proporcionan las herramientas necesarias a los menores para acceder a mejores trabajos en el futuro y conseguir escapar del ciclo de pobreza. También ayudan a las familias mediante diferentes acciones para que puedan mandar a sus hijas e hijos a las escuelas e institutos, evitando que se vean en la necesidad de utilizarlos como mano de obra. Por último, apoyan iniciativas legislativas que busquen establecer normas que eviten que este tipo de prácticas se lleven a cabo y, así, se protejan los derechos de los más pequeños.