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Más de 50 años lleva Sor M.ª Pilar Ríos en la misión. Únicamente ha estado en el África central (Burundi primero y Camerún después) pero su labor con los más vulnerables ha sido constante, comprometida y, sobre todo, transformadora. Hoy, entrevistamos hasta misionera que ha dedicado su vida a ayudar a los que más lo necesitan en el sur global:
PREGUNTA: Bienvenida de vuelta a España, ¿Qué tal estos primeros días en nuestro país? ¿Has notado mucha diferencia respecto de Camerún?
RESPUESTA: Muchísima, Camerún es otro mundo respecto de España. Lo noto en la gente, en el ambiente, en las terrazas que ya empiezan a estar llenas… No me he movido de aquí de Madrid, es la verdad, pero verdaderamente he encontrado un cambio grandísimo. Aquí una juventud que están ahora con los exámenes y allí, también con exámenes, pero con mucha pobreza.
P: ¿Cómo, cuándo y dónde sentiste la llamada para ser misionero y dedicar tu vida a los más necesitados?
R: Yo estudié con las Hijas de la Caridad en Martínez Campos y, a los 12 años, cuando venían los misioneros a contarnos cosas de la misión me llamó la atención. Además, tuve la suerte de que me escogieron a mi y a otra de mi clase para que hiciéramos los cursos de misionología, que fueron 3 años. Esto fue lo que a mí me empezó a tocar. A los 15 años, hicimos en el colegio una comedia de Santa Teresa y salimos vestidas de carmelitas. En ese momento, fue como si el señor me llamara a ser carmelita. Entonces, mi confesor me aconsejo que primero estudiara y que más adelante hablaríamos de eso.
Al terminar el colegio, yo ya no me acordaba de ese llamamiento del señor así que seguí mi vida. Estuve trabajando en la Clínica de la Concepción durante 5 años. Perfeccioné idiomas como el francés y el inglés, además de empezar alemán. Hasta que volví a sentir esa llamada, por lo que el 24 de junio entré a hacer el postulantado. Antes de entrar, a la visitadora ya le pedí las misiones. El seminario hice la mitad en Madrid y la otra mitad en París, en la Casa Madre, que fue una riqueza para mí. Luego estuve trabajando 10 años en un colegio, hice los votos a los 5 años y, tras la segunda llamada a misiones, me mandaron allí. Mi primera misión fue Burundi, en la que estuve 5 años. Por diversos motivos nos mandaron de vuelta a Madrid, donde hice un curso de actualización, y ya me mandaron a Camerún, donde estoy desde el año 88.
P: ¿Cuál fue la primera impresión cuando llegó a Camerún por primera vez?
R: Pues yo venía de Burundi, un clima ideal con una primera eterna. Yo llegué a Camerún al externo norte, en Maroua, y al abrir la puerta del avión pensé que no podría resistir el calor, era fuego lo que salía. Esta zona es horrible de calor. Pero me acostumbré, fui muy feliz y estuve allí 10 años trabajando. Luego me cogieron para ecónoma provincial, que no habían tenido ninguna hasta ese momento, y estuve 9 años de ecónoma. Después ya he estado en otras comunidades del país.

P: ¿Cuáles son los principales desafíos a los que te enfrentas en tu labor misionera?
R: Pues muchas veces la falta de ayuda de las autoridades. Pero, cuando empezaban a conocerte, pues ya iban cambiando, porque yo creo que, al principio, pensaban que les quitamos a ellos autoridad o algo ¿no?. Y no, yo siempre he trabajado en relación con las autoridades. Por ejemplo, en Burundi, conseguí unos terrenos para las familias de la zona. Fui a ver al alcalde y le dije que tenia un proyecto por el que había recibido unos tôles [tejados], les diría a las familias que hicieran ladrillos cocidos o piedra para crear una construcción sólida, pero que necesitaba su ayuda para que les dieran el terreno. Él les dio el terreno y se hicieron 40 casas, fue un proyecto muy bonito.
P: ¿Cuáles son los principales proyectos que realizáis en Camerún? ¿Algún nuevo proyecto que tengáis en mente?
R: Pues mira, tenemos el proyecto ahora (que tenemos que terminarlo) de Yahundé, donde hay una escuela maternal y queremos ampliarlo a la secundaria. No es bueno que el chico que termina la primaria, no pueda terminar la secundaria. Nosotras estamos muy pendientes de los alumnos: si uno falta a la escuela hoy, rápidamente llamamos por teléfono para ver está pasando, eso les hace mucho bien a los padres.
P: ¿Qué tipo de ayuda es la que más necesitáis actualmente?
R: Pues ahora la necesitamos para terminar este colegio. Necesitamos ampliar clases porque nos faltan al haber aumentado el número de alumnos y alumnas, actualmente son 500 estudiantes.
P: En este contexto, ¿cómo transmitís el mensaje vicenciano?
R: Bueno, porque saben que nosotras somos vicencianas. Tenemos JMV, la AIC… tenemos todo lo que es vicenciano. Muchos estudiantes se apuntan a JMV, luego cuando son más mayores siguen con la AIC…
P: Camerún es uno de los países que forman parte de la ruta migratoria hacía Europa, ¿trabajan las Hijas de la Caridad en Camerún con estos grupos?
R: Trabajar con ellos no, pero conocemos familias que alguno de sus miembros se ha ido y que están preocupados por ellos. Nosotros hacemos acompañamiento con estas familias e intentamos ayudarlas en lo que podermos.

P: El cambio climático es uno de los problemas más importantes del siglo XXI, ¿habéis notado sus efectos en Camerún?
Sí, con inundaciones inesperadas que provocan muchos desaparecidos.
PREGUNTA: Por último, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a todas las personas que os han apoyado desde España?
Lo primero, darles las gracias por lo que han hecho y por lo que yo creo que van a seguir haciendo. Que no se desanimen porque ha sido una ayuda muy buena: poder escolarizar a niñas y niños, poder darles de comer, poder dar servicios sanitarios a mujeres vulnerables… Empecé con 30 niñas y niños, ahora tengo 40 y me gustaría, al volver, poder tener 50.
