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Otro año celebramos el Día Internacional de la Niña, una fecha en la que ponemos en primera línea los problemas a los que se enfrentan en todo el mundo y apoyamos la defensa de sus derechos. Este año, coincidiendo con el 30º aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing, el tema es: “La niña que soy, el cambio que lidero: Las niñas en primera línea de las crisis”, un recordatorio de que ellas también deben estar al frente en estos momentos clave.
¿Qué ha cambiado en estos 30 años?
Desde 1995, la situación de las niñas y las adolescentes ha cambiado sustancialmente. Tal y como señala el último informe de ONU Mujeres titulado: Girl goals: What has changed for girls? Adolescent girls’ rights over 30 years, la población de niñas y adolescentes entre los 10 y los 19 años ha aumentado en un 19% a nivel mundial. Además, los desafíos a los que se enfrentan han mejorado en numerosos aspectos:
- El porcentaje de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes sin educación, empleo o formación ha bajado del 33% al 28%.
- El porcentaje de matrimonios infantiles ha descendido del 25% al 19%.
- La falta de acceso a servicios sanitarios básicos se ha reducido al 19% en el año 2022.
Estas cifras son muy positivas y nos demuestran que cuando se tiene en cuenta la igualdad de género en los proyectos y en las políticas públicas, se producen avances importantes. Aun así, queda mucho por hacer. Todavía hay millones de niñas y adolescentes que son víctimas de violencia, no pueden formarse o sufren lacras como la mutilación femenina.
Las niñas y adolescentes, agentes de cambio.
No podemos olvidar que ellas no son sólo víctimas en las crisis, sino que también protagonistas activas de los procesos de mejora y transformación. Son más que capaces de ser líderes de cambio en sus comunidades cuando es necesario, movilizando al resto de la sociedad y exigiendo sus derechos con una gran valentía y creatividad. Tanto ONU Mujeres como otras organizaciones nacionales e internacionales, reconocen la importancia de su papel en estos momentos.
A lo largo del mundo, encontramos grandes ejemplos de niñas y adolescentes que son agentes de cambio en sus comunidades. Guerreras por la Amazonia, por ejemplo, es un grupo de niñas y adolescentes que luchan por conservar uno de los pulmones más importantes de nuestro planeta. En la actualidad, están exigiendo al Estado ecuatoriano que elimine las llamas y gases tóxicos que se emiten durante la extracción de petróleo en la zona y que afecta de lleno a sus comunidades.

Otro ejemplo es Josefina Tiú, una joven indigena guatemalteca que lucha porque las niñas y las adolescentes tengan la oportunidad de asistir a la escuela, al instituto y, si lo desean, a la universidad. Quiere que las NNA guatemaltecas no tengan que pasar por la odisea que ella pasó para poder estudiar, pues en tres ocasiones en su juventud tuvo que pasar para poder estudiar: cómo los problemas económicos o la presión para casarse a muy temprana edad.
Apostamos por las niñas y las adolescentes como agentes de cambio.
En COVIDE-AMVE, trabajamos desarrollando proyectos de cooperación internacional en el que la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres está siempre presente. Sabemos que las niñas, niños, adolescentes y jóvenes son el futuro, por ello buscamos empoderar a las menores como agentes capaces de producir un cambio en su comunidad.
En el Tchad, estamos apoyando a las madres jóvenes a través de un programa de nutrición neonatal e infantil. Este no solo incluye conseguir eliminar la inseguridad alimentaria, sino también una parte educativa en la que se forma a estas madres, tanto en la teoría como en la práctica, para que puedan entender la importancia de una buena alimentación en las primeras etapas de la infancia.

En Honduras, estamos apoyando a los NNA con el objetivo de aumentar su permanencia en el sistema educativo el mayor tiempo posible. Junto al Programa Amigos Para Siempre de la Asociación de Padres Paulinos Hondureños, queremos que los menores, especialmente las niñas y adolescentes, fortalezca su habilidad de lecto-escritura y sus competencias digitales, a través de una mejora en su salud física y mental. Todo esto no sería posible sin el apoyo de las madres y padres de los menores, por lo que también se busca conseguir el compromiso de los progenitores para que sus hijas e hijos permanezcan en el sistema educativo. Para ello, se les proporcionará el apoyo y los recursos necesarios.

