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Tras la finalización ayer de la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo que se celebró en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio, un espacio clave para debatir cómo lograr un desarrollo justo y sostenible. REDES, y las 54 entidades que la conformamos, queremos hacer público el nuestro posicionamiento sobre el Compromiso de Sevilla:
Posicionamiento de REDES y organizaciones de la Iglesia ante el Compromiso de Sevilla
4 de julio de 2025
Desde REDES – Red de Entidades para el Desarrollo Solidario-, y las 54 entidades que la conformamos, saludamos el proceso hacia la IV Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo (FfD4), que tuvo lugar en Sevilla. Reconocemos el valor de los esfuerzos multilaterales y del espacio generado para el diálogo global, pero manifestamos nuestra profunda preocupación por el contenido del llamado Compromiso de Sevilla, adoptado el 17 de junio en Nueva York, por sus avances limitados frente a los retos estructurales del actual sistema financiero, comercial y fiscal internacional.
Acompañamos desde nuestra labor la realidad de muchas comunidades en África, América Latina y Asia, cuyas posibilidades de desarrollo humano integral se ven condicionadas por un sistema financiero internacional injusto que reproduce relaciones de poder asimétricas y de deuda perpetua, y que no escucha las voces de quienes más sufren sus consecuencias.
El Compromiso de Sevilla abre la puerta a mecanismos como los canjes de deuda, que si bien pueden ofrecer alivios puntuales, no abordan las raíces de la injusticia ni garantizan participación democrática de las comunidades afectadas. Urge avanzar hacia soluciones más profundas, como la revisión integral y transparente del sistema de endeudamiento, incluyendo auditorías participativas que evalúen el carácter legítimo o ilegítimo de las deudas contraídas.
Desde nuestra tradición ética y espiritual, sostenemos que las deudas que lastran gravemente la vida, la dignidad y el cuidado de la casa común no deben condicionar el futuro de los pueblos. Compartimos la preocupación de diversos movimientos sociales por la instrumentalización de mecanismos financieros que, bajo discursos de sostenibilidad, pueden reproducir esquemas coloniales de dominación y acaparamiento.
El proceso de la FfD4 ha evidenciado las limitaciones de los actuales espacios de gobernanza, en los que los países más empobrecidos tienen escasa capacidad de decisión real. Valoramos el inicio de un proceso intergubernamental dentro del marco de la ONU para avanzar hacia una reforma del sistema de deuda, pero lamentamos que este no haya alcanzado un compromiso vinculante ni una hoja de ruta ambiciosa hacia una Convención internacional sobre deuda soberana, como propusieron múltiples actores del Sur Global y organizaciones de la sociedad civil.
Nos preocupa especialmente que las instituciones que siguen concentrando la toma de decisiones económicas globales –como el G20, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial– no respondan a criterios democráticos ni a los principios del bien común, y que su protagonismo en estos procesos limite la posibilidad de una reforma real, centrada en la justicia.
La deuda ecológica es una realidad moral, histórica y política que no puede seguir invisibilizándose. Esta deuda no es una metáfora, sino una acumulación concreta de responsabilidades no asumidas por parte de los países más ricos, quienes, siendo los principales responsables del cambio climático, han construido su prosperidad mediante la sobreexplotación de los recursos naturales del Sur Global -contaminando y degradando ecosistemas que no les pertenecen, y emitiendo de forma desproporcionada gases de efecto invernadero-, por lo que tienen una responsabilidad histórica y ética en la reparación de los daños causados. La interdependencia de la Casa Común, tantas veces recordada por el Papa Francisco, nos obliga a reconocer que las decisiones económicas, políticas y energéticas tomadas en un país del Norte pueden generar hambre, desplazamientos y despojo en comunidades del Sur. Esta deuda debe ser saldada con justicia climática, restauración ecológica y transformaciones estructurales que reconozcan que el bienestar de unos ha sido construido a costa del sufrimiento y empobrecimiento de otros seres humanos.
Contexto y llamado a la transformación: campaña “Transformar la deuda en esperanza” y Año Jubilar 2025.
En el marco del Año Jubilar 2025 y en preparación para la IV Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo, se ha celebrado la jornada “¿Deuda o Desarrollo?” en la Universidad Loyola de Sevilla, en la que se reflexionó sobre la urgencia de una justicia económica global.
En un mundo interdependiente, el problema de la deuda alcanza dimensiones alarmantes: más de la mitad de los países menos desarrollados enfrentan un sobreendeudamiento que asciende a 9 billones de dólares y la carga del servicio de la deuda ha aumentado un 50% en la última década. Actualmente, 3.300 millones de personas viven en países que destinan más recursos al pago de intereses de la deuda que a garantizar derechos básicos como salud o educación.
Además, en los organismos multilaterales, estos países enfrentan condiciones de negociación asimétricas. A esto se suma la deuda ecológica, que agrava desigualdades y pone en riesgo el bienestar de las generaciones futuras y el cuidado de la casa común. Hemos escuchado, en diversos espacios de la IV Conferencia, las voces de comunidades que insisten en que los procesos de endeudamiento no sólo no han promovido el desarrollo, sino que el pago de intereses ha implicado una pérdida real de derechos. Esta carga ha dificultado el acceso a la educación, la salud, la seguridad alimentaria y otros derechos básicos, empobreciendo aún más a las personas.
El Jubileo de 2025 nos interpela a revisar de forma crítica las lógicas que rigen la deuda internacional, para impedir que continúe siendo una carga que asfixia a los pueblos más empobrecidos. Esta celebración nos invita a imaginar e impulsar sistemas económicos que prioricen la vida, la justicia y el respeto de los derechos humanos por encima de los intereses financieros.
Es necesario reconfigurar nuestra manera de entender la economía: pasar de un modelo que excluye y acumula, a uno que comparte, cuida y garantiza condiciones de vida digna. Esta transición exige una nueva mirada política y cultural, capaz de incorporar principios como la reciprocidad, la responsabilidad global y la redistribución justa de los recursos. En palabras del Papa Francisco, lo que necesitamos no es una economía que funcione mejor, sino una economía con alma, profundamente enraizada en la fraternidad y en el cuidado de la humanidad y del planeta.
Propuestas clave a partir de la campaña y el debate en Sevilla.
Nos adherimos especialmente a las siguientes propuestas para transformar la deuda en esperanza:
- Cancelación total de las deudas ilegítimas e insostenibles, que impiden a los países más subalternizados garantizar los derechos fundamentales, ejercer su soberanía y responder adecuadamente a las crisis sociales y ecológicas.
- Reconocimiento y reparación de la deuda histórica, ecológica y financiera con los países del Sur Global, a través de mecanismos de cancelación incondicional de la deuda ilegítima y de nuevas formas de cooperación internacional basadas en la justicia, la soberanía y la garantía de decisión libre e informada de las poblaciones.
- Establecimiento de normas más vinculantes de responsabilidad en el endeudamiento internacional, que impidan prácticas abusivas, prevengan nuevas crisis de deuda y aseguren condiciones justas y sostenibles para los países deudores, priorizando el bienestar de sus pueblos.
- Reconocimiento y compensación efectiva de la deuda ecológica mediante mecanismos financieros concretos que restituyan los daños causados por siglos de explotación de recursos naturales y contaminación desproporcionada, responsabilizando a los países del Norte Global frente a los impactos sufridos por las comunidades del Sur Global.
- Establecimiento de un marco multilateral inclusivo, democrático y equitativo, donde todas las partes involucradas en crisis de deuda soberana tengan voz y representación, sin privilegios para acreedores.
- Impulso de una economía centrada en la vida y en el planeta, guiada por la justicia social y ecológica, que promueva el bien común, el respeto a los límites planetarios y la equidad global.
- Descolonización de la financiación para el desarrollo, mediante la transformación de los marcos financieros internacionales que perpetúan relaciones de dependencia y subordinación. Es necesario romper con las lógicas impuestas desde centros de poder económico del Norte Global y construir sistemas de financiación basados en la equidad, la corresponsabilidad y la autodeterminación de los pueblos. Esto implica reconocer la legitimidad de modelos alternativos de desarrollo, valorar los saberes locales y garantizar que las prioridades sean definidas por las propias comunidades del Sur Global, libres de condicionamientos e imposiciones externas.
Seguiremos presentes en Sevilla y en la incidencia global.
En diálogo con diversos actores de la sociedad civil coincidimos en la convicción de que otro modelo económico es posible y necesario. Un modelo que ponga en el centro a las personas y al planeta, que recupere la ética del cuidado, la fraternidad y la responsabilidad compartida entre los pueblos.
Desde REDES reafirmamos que la transformación de la arquitectura financiera internacional no es una cuestión técnica sino profundamente ética y política, que debe reconocer las deudas históricas, sociales y ecológicas, para avanzar hacia un sistema más justo y humano al servicio del desarrollo y la vida digna para todos.
Un llamado ético y político al cambio estructural.
La transformación de la arquitectura financiera internacional no es una tarea técnica, sino profundamente ética y política. Implica preguntarnos: ¿quién decide?, ¿para quién se decide?, ¿qué vidas se consideran prescindibles?
Como organizaciones de Iglesia, afirmamos que las actuales reglas del sistema financiero internacional no responden ni a la equidad ni a la dignidad humana, y que sin una auténtica democratización de la gobernanza económica global, los Objetivos de Desarrollo Sostenible seguirán siendo una promesa lejana para millones de personas.
En concordancia con la campaña global de Cáritas Internacionalis “Transformar la deuda en esperanza”, expresamos la necesidad urgente de repensar el sistema de deuda desde una perspectiva de justicia, solidaridad y derechos humanos.
Nos sumamos a las exigencias correspondientes a la cancelación de deudas insostenibles y el establecimiento de mecanismos justos y transparentes que prioricen el bienestar de las personas por encima de los intereses financieros.
Reconocemos que es tiempo de poner la economía al servicio de la vida, y de liberar a los pueblos más empobrecidos de cargas que perpetúan la desigualdad y la exclusión. Transformar la deuda en esperanza es una expresión concreta de nuestra fe en acción y de nuestro compromiso con una economía que no mata, sino que cuida, dignifica y transforma.
Valoramos el inicio de un proceso intergubernamental bajo el marco de Naciones Unidas, pero lamentamos que no se haya logrado un compromiso ambicioso ni una hoja de ruta clara hacia una Convención internacional sobre deuda soberana.
Caminos de esperanza: desde la espiritualidad del cuidado.
El proceso de Sevilla no se cierra con la firma del documento. Al contrario, abre un tiempo de vigilancia, de construcción colectiva y de incidencia transformadora. Desde REDES:
- Nos unimos a las voces del Sur Global que exigen una gobernanza financiera internacional justa, participativa y centrada en los derechos humanos, que asegure ante todo la prevención de nuevas crisis de deuda incluyendo un marco internacional de deuda, transparente y vinculante para todos los acreedores auspiciado por ONU.
- Exigimos la urgente necesidad de detener cuanto la crisis de Deuda con medidas y mecanismos eficaces de cancelación de las deudas impagables de los países empobrecidos.
- Acompañamos a nuestras socias locales y comunidades en el seguimiento y monitoreo de los compromisos asumidos, con especial atención a la transparencia fiscal, el uso de los Derechos Especiales de Giro (SDRs) y las reformas del sistema de deuda.
- Reforzamos nuestro trabajo en red, en diálogo con plataformas ecuménicas, movimientos sociales y otras redes de Iglesia, con la convicción de que otra economía es no sólo posible, sino urgente y evangélicamente necesaria.
- Apostamos por una economía que libere, una política que escuche, y una solidaridad que transforme. Que el camino hacia FfD4 en Sevilla se convierta en un espacio de escucha real, participación efectiva y reforma profunda, al servicio de la humanidad y del cuidado de la Casa Común.
“La inversión más inteligente es la que hacemos en nuestro presente y futuro compartido como humanidad”.
