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Sencillez y felicidad, eso era lo que Sor Fuensanta irradiaba nada más entrar por la puerta de la sede nacional de COVIDE – AMVE. Con una sonrisa cálida y sincera, consiguió iluminar nuestra sede durante el tiempo que pasó con nosotros. Desde la infancia tuvo como vocación el ayudar a los demás y dedicar su vida a los más necesitados, por lo que no solo se hizo enfermera sino también Hija de la Caridad. Quiso llevar la esperanza y el amor a los lugares donde, por desagracia, abunda todo lo contrario. Hoy la entrevistamos para conocer de primera mano el trabajo que su comunidad realiza en Camerún, los desafíos a los que se enfrentan y sus experiencias de todos estos años en la misión.
PREGUNTA: Bienvenida Sor Fuensanta, ¿Qué tal estos primeros días en España? ¿Has notado mucha diferencia respecto a Camerún?
RESPUESTA: Desde ayer estoy aquí, por lo que no he podido ver gran cosa. Tengo una gran alegría por venir y estar con las hermanas. Si he notado el frío, que todavía hay por aquí y en Camerún no lo había.
P: ¿Cómo, cuándo y dónde sentiste la llamada para ser hija de la caridad y dedicar tu vida a los más necesitados?
R: Fíjate si hace tiempo, mon dieu. Pues yo estaba en el colegio y una de las hermanas, que yo quería mucho, se fue a Madagascar y, desde ahí, surgió ese deseo de darme a los más pobres y ser misionera. Sería cuando yo tenía unos 12 o 13 años.
P: ¿Cómo describirías el trabajo que realizáis en tu comunidad en Camerún?
R: Al principio, prácticamente nada más llegar, estuve muy cerca de los más pobres: visitando los poblados, cuidando a los enfermos… Fue una época muy bonita, de responsabilidad…
Somos, un poco, la referencia para las hermanas autóctonas del país. Estamos en los centros de salud un poco más grandes y hospitales estamos de responsables de la gestión, del personal, etc. Esto lleva siendo así, al menos, desde que yo estoy en Camerún.
P: ¿Cuáles son los principales desafíos a los que te enfrentas en tu labor misionera?
Allí tenemos que trabajar mucho. Yo trabajo como enfermera responsable del hospital y nos centramos en intentar que el trabajo realizado por el personal sea honesto y transparente. Por otro lado, muchos de los enfermos que están y nos llegan vienen sin dinero por lo que las pruebas, tratamientos, etc. se hacen de manera gratuita. Desde el año 2017 Camerún sufre una guerra civil entre la parte anglófoba y el resto del país. Por ello, hay muchos desplazados sin comida, sin trabajo… Muchos de ellos vienen pidiendo trabajo, pero por desgracia, no podemos darle trabajo a todo el mundo…
Además, la sociedad ha cambiado. Antes existía una gran solidaridad entre las propias comunidades, pero eso ha cambiado últimamente. Al igual que ha pasado en otros países desarrollados, se ha extendido el individualismo. La solidaridad solo se aplica a su familia más cercana, muchas veces dejan a los enfermos abandonados, sobre todo si son personas mayores… Junto con nuestras hermanas camerunesas intentamos que se vea la importancia de la vida del enfermo para que no los abandonen.
P: ¿Han evolucionado estos desafíos o las necesidades de tu comunidad a lo largo de estos años?
R: La situación anteriormente en Camerún no era mala, pero, debido a la guerra civil, la situación se ha vuelto bastante complicada. El nivel social ha bajado, la gente es más pobre ahora que al principio.
P: ¿Cuáles son los principales proyectos que realizáis en Camerún? ¿Algún nuevo proyecto que tengáis en mente?
R: En Camerún trabajamos en la sanidad, la educación, visitando las cárceles, realizamos visitas a domicilio en pueblos y aldeas, cuidamos de niños con algún tipo de discapacidad, etc. Tenemos como objetivo, junto con el obispo, la tarea de acercarnos a la gente, no es lo mismo que la gente te venga a preguntar que, que alguien que esté necesitado, te acerques a su casa para ver cómo está.
Ahora mismo tenemos un centro medicalizado de referencia en la zona en la que nos encontramos. Queremos que sea un centro hospital y, para ello, necesitamos tener la posibilidad de realizar radiografías mediante una máquina de Rayos X.
P: ¿Cómo transmitís el mensaje vicenciano en vuestra comunidad?
R: Yo creo que toda la gente nos conoce en Camerún. Muchas personas, cuando encuentran algún problema de este tipo dicen: Id a las Hijas de la Caridad, que ellas se ocupan de los pobres. La gente sabe que estamos allí para ayudar. Además, en todos los centros en los que inculcamos el carisma vicenciano en nuestros trabajadores mediante diversas actividades y formaciones. Queremos mostrarles que lo que hacemos, lo hacemos por nuestro compromiso de servicio a los pobres.
P: Por último, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a todas las personas que apoyan este tipo de proyectos?
R: Hay mucha gente que nos ha ayudado y yo creo que tienes que estar satisfechos por ello. Gracias a su ayuda hemos podido mejorar la calidad del servicio y acoger a más gente. Quiero darles un gracias muy grande a toda la gente que nos ayuda, creo que la solidaridad que ellos han hecho con nosotros es muy buena y Dios les va a bendecir por todo ello. Muchísimas gracias.