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Pero… ¿acaso hay cristianos en Marruecos? ¿Existe la Iglesia Católica en ese país?
Puedo y quiero responder categóricamente: «Sí, la Iglesia Católica existe en Marruecos, y está vivita y coleando, formada por comunidades vivas y entusiastas. En Marruecos somos unos 30.000 católicos, provenientes de más de 100 países; hay dos diócesis –mejor dicho, ¡archidiócesis! – con sus respectivas catedrales en Tánger y Rabat; hay unas 30 parroquias, atendidas por unos 50 sacerdotes (diocesanos y religiosos); unas 30 comunidades de religiosas con casi 200 hermanas, entre las cuales dos monasterios: clarisas y carmelitas. Los religiosos son unos 40, entre sacerdotes y hermanos; también un monasterio, el de los trapenses de Nuestra Señora del Atlas, heredero de los mártires de Tibhirine, inmortalizados por la película «De hombres y de dioses»
En nuestras comunidades cristianas hay más hombres que mujeres (cosa que llama la atención), más jóvenes que adultos (más raro todavía) y más negros que blancos (nada raro, puesto que el grupo más numeroso de cristianos es el de estudiantes universitarios subsaharianos)
Además, esta Iglesia no es de ahora: ¡en 2019 celebramos un Año Jubilar con ocasión de los 800 años de presencia de los franciscanos en Marruecos! Pero podemos ir más lejos: en los siglos III y IV, había en estas tierras obispados (con sus correspondientes obispos) en Tánger, Ceuta, Tetuán, Asila, Larache, Volubilis y Salé. Es decir, que había una vida cristiana extendida y fecunda, porque dio mártires en abundancia (San Marcelo de Tánger, San Daniel de Ceuta, etc.)
¿Y cómo es esta Iglesia que está en Marruecos? Vamos a ver algunas características.
1.-UNA IGLESIA INSIGNIFICANTE… PERO SIGNIFICATIVA
Insignificante porque pequeña, minúscula, diminuta… Treinta mil católicos entre 37 millones de habitantes no da ni para un 0,1%.
Para quienes se desaniman y deprimen porque somos pocos y normalmente no aumentamos, el Papa Francisco vino a abrirnos los ojos y motivarnos, cuando en su visita a Marruecos nos dijo: “No es un problema ser poco numerosos; el problema sería ser insignificantes (vacíos de significado), el problema sería llegar a ser sal que no tiene sabor de Evangelio, ¡éste es el problema!, o ser luz que no ilumina a nadie” “Yo pienso que la preocupación surge cuando nosotros, los cristianos, nos sentimos perseguidos por la idea de que sólo seremos significativos si somos una masa y si ocupamos todos los espacios. Sabéis que la vida se juega en la capacidad de ser “fermento” allí donde nos encontramos y con quien nos encontramos” (Discurso en la Catedral de Rabat, 31.03.19)
Aunque insignificante, nuestra Iglesia es significativa porque llevamos, en vasijas de barro, un tesoro; tenemos algo que decir y aportar a la sociedad y porque somos un signo y un instrumento del Reino de Dios.
2.-UNA IGLESIA MUY CATÓLICA Y SIGNO DE COMUNIÓN PARA TODOS
Ese tesoro que tenemos, manifestamos y ofrecemos es, para empezar, el de la comunión. Los pocos que somos provenimos de más de 100 países de los cinco continentes. Mostrar al mundo que es posible vivir en comunión entre nosotros, siendo tan distintos, es ya ser signo de la Trinidad, que es Comunión dentro de la diferencia entre las tres personas.
En este sentido somos una Iglesia muy católica, es decir, universal. Con razón San Juan Pablo II había dicho a los obispos de África del Norte que “la Iglesia Católica, sin los cristianos de África del Norte, sería menos católica”
Y el establecer amistad y buena relación entre cristianos y musulmanes es un signo de importancia trascendental en nuestros días y en nuestro mundo. Con nuestra vida aquí estamos diciendo a todos: “musulmanes y cristianos podemos vivir como amigos, más aún, como hermanos” Cuando muchos se empeñan en conducir la historia por la senda del enfrentamiento, el conflicto y la guerra, nosotros damos testimonio de que un mundo de paz y de fraternidad es posible a pesar de nuestras diferencias de todo tipo.
Una Iglesia pequeña, pero Iglesia-Comunión, una Iglesia-Signo, significativa.
3.-UNA IGLESIA MISIONERA AL SERVICIO DEL REINO
Sí, nuestro objetivo aquí –y en todas partes, yo creo- no es hacer «engordar» la Iglesia, sino hacer crecer el Reino de Dios en Marruecos, es decir, la justicia y la paz, la vida y la verdad, la igualdad y la libertad, la solidaridad y el amor. Y hacer esto con nuestros hermanos y hermanas musulmanes.
No trabajamos para la Iglesia ni por la Iglesia; sino que, como Iglesia que somos y en Iglesia, trabajamos al servicio el Reino. El objetivo es el Reino; la Iglesia es el medio, el instrumento. Jesús vino a anunciar, inaugurar e iniciar la construcción del Reino de Dios; ésa fue su misión… y es ahora la nuestra, puesto que somos miembros de su Cuerpo y somos coherederos con Él, partícipes de su ser y de su misión.
No queremos ser una Iglesia autorreferencial, sino una Iglesia abierta y volcada hacia el exterior, en salida hacia los otros.
Nuestro modo de acción no es el enfrentamiento o la competencia, sino el unir fuerzas, cristianos y musulmanes, creyentes y no creyentes, hombres todos de buena voluntad, para trabajar juntos en la construcción de ese “cielo nuevo y tierra nueva” …” en los que ya no habrá ni llanto ni luto ni dolor”, en los que “la misericordia y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se besan” (Salmo 85)
Queremos ser, pues, una Iglesia en misión, una misión que no es otra sino la de Cristo: hacer que el mundo sea lo más próximo posible al Reino de Dios.
4.-UNA IGLESIA DE EXTRANJEROS, PERO NO EXTRANJERA
Igual que la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, así también nuestra Iglesia quiere estar encarnada y al servicio del pueblo marroquí.
El gran servicio que nosotros prestamos aquí es el de ser testigos de Cristo, testigos del amor de Dios, a través de nuestra vida de comunión y de nuestra vida de oración (queremos ser «orantes en medio de un pueblo que reza»).
Además, como tercera pata del trípode, prestamos otros «pequeños» servicios, que son las actividades de las que somos responsables: las escuelas (15 escuelas católicas con 12 000 alumnos), los centros de salud, los centros socio-culturales y bibliotecas, Cáritas (unos 10.000 migrantes atendidos cada año y otros tantos marroquíes), etc.
En este país, los cristianos somos todos extranjeros, pero queremos que nuestra Iglesia sea marroquí. Por eso nos esforzamos en conocer y amar la lengua, la cultura, la historia de este pueblo que nos acoge y nos permite vivir nuestra fe.
Es el principio teológico de la Encarnación, fundamental en toda pastoral, en toda acción eclesial; no de balde Dios, para salvarnos, humanizarnos y divinizarnos, quiso encarnarse y ser “Dios-con-nosotros”, en todo igual a nosotros menos en el pecado.
5.-UNA IGLESIA DEL DIALOGO Y DEL ENCUENTRO
Los musulmanes no son nuestros enemigos ni nuestros adversarios ni la competencia. Son nuestros hermanos y hermanas y nosotros queremos salir a su encuentro, para establecer un diálogo que comienza por la amistad y la convivencia, continua por el trabajo conjunto al servicio de las grandes causas de la humanidad y culmina en el compartir la fe y la oración si se puede.
El diálogo, nos dijo el Papa cuando nos visitó hace dos años, “no es una moda, y menos todavía una estrategia para hacer crecer el número de miembros de la Iglesia… Si la Iglesia debe entrar en diálogo es por fidelidad a su Señor y Maestro, el cual, desde el comienzo, movido por el amor, ha querido entrar en diálogo como amigo e invitarnos a participar de su amistad. Así, como discípulos de Cristo, somos llamados, desde el día de nuestro bautismo, a ser parte de ese diálogo de salvación y de amistad del que somos los primeros beneficiarios” (Discurso en la Catedral de Rabat, el 31.03.19)
Y que el diálogo no es una moda o una manía de nuestros días, sino una realidad teólogica y profundamente bien fundada nos lo demostraba citando a su predecesor, San Pablo VI en la Encíclica Ecclesiam Suam: “La Iglesia tiene que entrar en diálogo con el mundo en el que vive. La Iglesia se hace Palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace conversación” (Nº 67)
Por eso el Papa Francisco nos recordaba que “en estas tierras, el cristiano aprende a ser sacramento vivo del diálogo que Dios quiere iniciar con cada hombre y cada mujer, sin importar su condición de vida. Un diálogo que, en consecuencia, estamos invitados a realizar a la manera de Jesús, dulce y humilde de corazón, con un amor ferviente y desinteresado, sin cálculos y sin límites, en el respeto de la libertad de las personas” (Discurso en la Catedral de Rabat, el 31.03.19)
Un icono que gustamos de contemplar y meditar es el de la Visitación de María. Ella sale de Nazaret y se dirige a casa de Isabel para ayudarle… pero llevando a Cristo con Ella y en Ella. En el encuentro entre las primas, el Espíritu hace su trabajo y manifiesta, más allá de la voluntad e intención de los protagonistas del mismo, la presencia de Cristo, que es precisamente el lugar de encuentro por excelencia y en plenitud entre Dios y el hombre.
En esta dimensión, como en otras, nuestra Iglesia de Marruecos pretende ser una “Iglesia en salida”, no replegada sobre sí misma, no autorreferencial. Nuestro lema pastoral el año pasado y el actual es, precisamente, “Bautizados y enviados, seamos sacramento del encuentro”
6.-UNA IGLESIA SAMARITANA
Sí, una Iglesia que, como el Buen Samaritano, quiere pararse en el camino al lado de quien sufre, de los que están en necesidad, de los más débiles… para curarlos, para cuidarlos, para escucharlos, para darles una nueva esperanza.
A través de Caritas y la Delegación Diocesana de Misiones nuestra Iglesia cultiva esta dimensión samaritana, sobre todo a favor de los migrantes que sufren y que son vulnerables. Con ellos intentamos conjugar en hechos concretos los cuatro verbos que el Papa nos propone: “Acoger, proteger, promover e integrar”
Pero no es sólo lo que se hace con los migrantes subsaharianos; diversas congregaciones, grupos y parroquias trabajan en el mundo de la salud (incluso como enfermeras en la salud pública), apoyan asociaciones en favor de los discapacitados y establecen obras para ellos (una escuela de sordo-mudos, por ejemplo, como también centros y casas de acogida para discapacitados profundos o jóvenes embarazadas solteras), organizan guarderías en zonas y para familias desfavorecidas, trabajan en la alfabetización y promoción de la mujer, actúan en el mundo rural (cooperativas, perforación de pozos, etc), salen al paso de quienes no pueden pagar tratamiento o medicamentos…
Es la diaconía, es el mostrar la fe con obras, es la fraternidad activada…
7.-UNA IGLESIA PUENTE
Tenemos una vocación muy clara: ser constructores de puentes (¡pontífices!). Nuestra Iglesia quiere ser «puente» entre cristianos y musulmanes, entre África y Europa, entre negros y blancos, entre oriente y occidente, entre jóvenes y adultos, entre protestantes y católicos (¡aquí vivimos maravillosamente la dimensión ecuménica !!!)
Construir puentes más que muros y fronteras es nuestra vocación, y creo que la de toda la Iglesia y de todo cristiano: somos puentes entre Dios y el mundo.
8.-UNA IGLESIA JOVEN, DINÁMICA, ALEGRE Y FESTIVA
Todo esto lo hemos recibido a través de nuestros hermanos jóvenes provenientes de muchos países del África subsahariana. En muchas de nuestras comunidades ellos son todos, o la mayoría. Ellos han hecho bajar la media de edad de los cristianos de Marruecos en torno a los 35 años. Ellos ponen la música, la danza, el color, la alegría a nuestras celebraciones. Con ellos siempre es fiesta y gracias a ellos cada año celebramos festivamente unos 40 bautismos de jóvenes-adultos y casi un centenar de confirmaciones.
La dinamicidad de la juventud tiene su lado difícil: están unos años y, acabados los estudios, se van. Cada año un cuarto de los cristianos (25%) se marcha; felizmente otros los reemplazan, pero ello hace que siempre tengamos que empezar de nuevo, lo que no nos deja dormirnos en los laureles.
9.-UNA IGLESIA TRINITARIA
¿Podría la Iglesia no sentirse hija del Padre, cuerpo de Cristo y fruto del Espíritu Santo? La Iglesia Universal, cada Iglesia local, cada familia (¡Iglesia doméstica!) toda comunidad cristiana, congregación, grupo o movimiento es o debe ser un reflejo de la comunidad trinitaria.
La Trinidad es el modelo a imitar; la vida trinitaria, que es el Amor, es lo que debemos vivir todos. ¿Cómo no sería trinitaria nuestra Iglesia en Marruecos?
Pero si además resulta que una de nuestras principales tareas es rescatar a los migrantes de las mafias, liberar a los ignorantes de su ignorancia, visitar a los presos (¡lástima, sólo nos dejan ver a los cristianos!) y llevarles consuelo, ¿cómo no ver en todo ello los rasgos y actitudes del carisma “trinitario”?
La presencia de dos hermanos trinitarios sacerdotes es, para todos, un recuerdo, un estímulo y un acicate para vivir esta dimensión de toda vida cristiana.
10.-UNA IGLESIA APASIONADA Y APASIONANTE
Somos -queremos ser- una Iglesia apasionada y apasionante.
Apasionada por Cristo y por Marruecos, que son los dos pilares de nuestra razón de ser y de existir aquí.
Apasionante por todo lo que Dios nos permite descubrir y vivir aquí, por el testimonio hermoso y potente que dan tantos hermanos nuestros a todos los que nos visitan y nos conocen por primera vez… como quizás tú, querido lector, que acabas de leer estas líneas.
+Cristóbal cardenal López, sdb
Arzobispo de Rabat
Administrador Apostólico de Tánger