- CIF: G81596231
- José Abascal 30, Madrid, 28003
- +34 911 962 080
- covideamve@covideamve.org
PREGUNTA: ¿Qué os ha llevado a dar el paso de iros de misión a Mozambique este verano?
DANIEL: Que cuando estuvimos la última vez, en 2023, ya quedaron cosas pendientes por hacer. El Padre José Eugenio quiere hacer muchas cosas y entonces le dijimos: “Venga, el año que viene no porque ir siempre es caro y cansado, pero en 2 años volvemos y terminamos estas cosillas que nos quedan.”
MANUEL: Siempre intenta apurar el tiempo que estamos allí a hacer muchas cosas. Es verdad que, en esa intención de hacer muchas cosas, a veces quiere que hagamos cosas en edificios o proyectos que no están finalizados. Este año vamos, fundamentalmente, para trabajar en el hotel-escuela del centro que tiene en Nacuxa, donde ha creado un módulo de hostelería y turismo. Para el hotel, está restaurando la antigua residencia de un traficante de esclavos de la zona para que los estudiantes puedan hacer allí las prácticas. Nosotros vamos para ayudarle un poco en la decoración del hotel y ultimar la estructura.
P: La primera vez que fuisteis, ¿cómo conocisteis esta posibilidad de participar como voluntarios misioneros?
M: La primera vez que fui fue hace más de 20 años. Yo trabajaba en JMV haciendo la revista y sabía que siempre hacían envíos de verano a las misiones. Entonces hice la formación de un año y luego me fui a Mozambique. A raíz de ahí, establecí un vínculo de amistad y compromiso con el Padre José Eugenio, con el que ya había trabajado en JMV (de hecho, este era su despacho).
También conocí a las personas de la misión compartida, por ejemplo, con M.ª Carmen Lupiáñez (técnica de proyectos de COVIDE-AMVE) que la conocí allí, a Isra, a Silvia… gente con la que luego estableces un contacto. Ellos seguían allí de misioneros, yo establecí ese vínculo y seguí yendo. Este va a ser el décimo año que voy a ir, que ya es un número redondo y creo que ya es como para cerrar el ciclo. Aunque, no se si el Padre Eugenio me dejará cerrar el ciclo, pero bueno… Yo intento con este viaje cerrar un poco esa etapa porque es verdad que la primera vez que fui tenía veintitantos años y me era fui fácil subirme a un andamio a pintar, pero ahora ya con 57 pues cuesta más subirse. Pero contento de ese ciclo.
D: Yo es que he sido de JMV de toda la vida, las misiones de cada verano las conocía. De hecho, algún año hice la formación, pero nunca tuve la necesidad de ir porque bueno… la nota de servicio de la asociación la cubría a lo largo de todo el año. Hacíamos proyectos de voluntariado en Asunción Castell o aquí, en el SAC… y no sentía esa necesidad. Durante los últimos años, Manuel me dijo que iba a volver y le dije: “Venga, te acompaño, conozco este proyecto y lo compartimos.”
P: ¿Qué imagen tenéis del país al que vais?
M: Yo la imagen que tengo es la de un país muy pobre, con recursos naturales, pero con muy poca formación a nivel educativo, con lo cual es muy difícil que las personas no salgan adelante. Y luego es un país, no se si como todos los países africanos, en el que los hay mucha corrupción. Siento que muchas de las ayudas que se envían al país, si son gestionadas a través del Estado, no repercuten en la gente. Yo creo que es muy importante la formación y la capacitación y el Padre Eugenio está trabajando mucho por eso.
Veo también un país muy básico a muchos niveles. Su economía es una economía prácticamente de subsistencia, la gente no tiene dinero y viven al día. No hay electrodomésticos, el dinero no hay donde guárdalo, hay muchos robos, la educación en la mayoría de los colegios es muy básica, muy pocas personas terminan la educación… Luego es un país como muchos problemas a nivel sanitario, especialmente con el VIH o la maternidad de las mujeres, con unos centros de salud muy precarios… Es un país con muchas pobrezas y pocas posibilidades de prosperar.
D: A mí me llamó mucho la atención hace 2 veranos, cuando entramos en contacto con las pilarinas, que no hay registros. Tienen 3 turnos para ir al colegio (mañana, tarde y noche), porque son tantos que no pueden ir solamente por la mañana. Al no haber registros no se sabe cuantos alumnos están matriculados y cuantos no.
El problema de la sanidad también es que confían más en los curanderos que en los médicos, yendo a estos cuando es prácticamente irremediable. Yo reconozco que me impacto todo mucho y, también, cuando empecé comprender todo lo que hablaba Manuel de la corrupción.
M: Una cosa que también he visto durante los últimos años desde que llevo yendo es, por ejemplo, que ahora han entrado mucho los chinos. La primera vez que fui a Mozambique no había chinos, ahora han aparecido hoteles, empresas, fábricas… todas de origen chino. He visto, por ejemplo, bosques llenos de árboles en los primeros viajes que, cuando vas otra vez, ese bosque ha desaparecido por la explotación de las materias primas. Esas empresas que están allí han ido a coger los recursos naturales y los beneficios no repercuten nada en el pueblo de Mozambique, repercuten en las capas altas de la sociedad, que me imagino que son los que pagan.
D: Luego también, en esa imagen que tenemos de Mozambique, me viene a la mente mucho color (en las telas, en la selva, en las frutas, en los mercados…) y su alegría. Son gente muy alegre y muy simpática.
Otra cosa que me llamó mucho la atención allí, y que luego conté a mis alumnos en España, fue el trabajo de las mujeres. Magdalena, que es una médico de allí, o la Irma Joaquina que son muy trabajadoras y sacan una grandísima cantidad de trabajo adelante.
M: Hay una riqueza muy importante que tiene Mozambique que son los niños y las niñas, la juventud. Tiene muchos niños, niñas y jóvenes, la calle está llena de ellos, que en España por ejemplo no pasa. La pena es que tienen pocas posibilidades de prosperar, pero eso si que es una riqueza: la juventud.
P: ¿Qué esperáis encontrar o aprender durante vuestra estancia en Mozambique?
M: A mi me gusta contrastar la diferencia de recursos (tanto materiales como digitales) entre los alumnos de Mozambique y los que tenemos nosotros aquí, trabajamos en un colegio de secundaria. Una de las cosas que me lleva allí es para darme cuenta y ser consciente de lo que es el “primer mundo” y lo que es el “tercer mundo”.
Yo recibido muchas cosas a lo largo del curso, la enseñanza me da muchas gratificaciones y siento la necesidad de ser también agradecido dando un poco de mi tiempo, de mis capacidades para poder echar una mano a alumnos que son como los míos en el verano.
D: Este año vamos a estar trabajando en un sitio diferente al de la última vez, que estuvimos en Nacala. Lumbo es una población más pequeña, más pueblo que Nacala, que sería más ciudad. Por ello, yo creo que la experiencia va a ser distinta.
P: Y más concretamente, ¿qué tipo de actividades vais a realizar allí?
M: Yo el primer año que fui, yo fui a dar formación a los profesores de las escuelas, pero, a raíz de esto, surgió la idea de pintar un aula con los niños y niñas. Entonces, de repente, los misioneros seglares que estaban allí (M.ª Carmen, Silvia, Israel…) se dieron cuenta de la ilusión y la motivación que les daba a los estudiantes que su colegio estuviera pintado, tuviera colores y dibujos. A raíz de ahí, siempre que he ido, he ido a pintar escuelas o capillas.
Con el Padre Sergio, que tenía una misión rural, pintamos las capillitas de las aldeas del Mato. Era muy motivador para la gente llegar una capilla hecha de barro, en una zona muy humilde, entrar y encontrarse con esos colores y esa luz. Era una forma de alegrar, motivar y dar esperanza a la gente.
El año pasado estuvimos pintando la Iglesia de San Joao Batista, es una iglesia que está en Nacala, en la ciudad. Este año vamos a pintar el hotel que te hemos comentado antes y el restaurante del hotel.
P: En esta ocasión, ¿habéis recibido alguna formación previa o preparación específica para la misión?
D: No, si que hice el curso hace como 15 años y recuerdo mucho las cosas que aprendí en él. Aun así, si que he trabajado mucho a nivel personal: cómo me podría afectar ir allí, qué podría aportar yo… porque siempre he tenido claro que no quiero ir a: “Bueno, a ver que me mandan”. Si voy, voy con un objetivo concreto de algo que sirva para algo. Y bueno, estoy contento porque hicimos algo interesante.
M: Yo sí recibí formación las dos primeras veces que fui. Luego ya, digamos que la propia práctica y la dinámica de ir un año tras otro pues te va dando esa formación, digamos… te va dando las ideas y lo que necesitas hacer.
Yo tengo muy claro también que es muy importante acompañar, que no se trata de hacer grandes cosas, que no tienes que ir con el objetivo de: voy a cambiar esta aldea o esta escuela. No, se trata simplemente de acompañar, que la gente de allí sepa que aquí hay personas que somos sensibles ante sus necesidades, que sabemos que existen y que nos preocupamos por ellos. También me parece muy importante acompañar a los misioneros. Cuando vas allí, te das cuenta que la vida de los misioneros (del Padre Eugenio o de José María, que es un laico que colabora con él), a veces, es una vida un poco solitaria. Es importante que cuando tú vayas allí se sientan acompañados, puedan hacer cosas que les sacan un poco de su rutina, que se sientan escuchados… Me parece que esa labor también es importante.
D: Una de las cosas que a mí me enfadó cuando fui allí por primera vez, es que tampoco hay nada que podamos hacer. Me explico, hay escuelas, hay pozos, empieza a haber recursos y es verdad que misioneros o voluntarios que van ayudan mucho con esas cosas… mi preocupación era: ¿Qué puedo aportarles yo? Por eso, esa reflexión anterior de quiero ir a hacer algo. Es verdad que a mi me falta cultura o conocimientos para entender la situación de África, pero es que lo que verdaderamente se puede hacer ahora mismo depende de esferas más altas. Por eso acompañar es tan importante.
¿Cómo entendéis el carisma vicenciano en el contexto de la misión? ¿Creéis que os ayuda a vivir esta experiencia de una manera distinta?
D: Es que yo creo que, precisamente por eso, por el carisma, lo vivimos como lo vivimos.
M: Claro es que el carisma vicenciano es el servicio, es ser sensible a las necesidades de los demás y, luego, actuar. Entonces yo mi trabajo siempre me lo planteo desde ahí, darnos cuenta de las necesidades de las personas que están en el aula y actuar. Además, si tú, a lo largo del curso, recibes tantas cosas buenas es normal que quieras dar gracias a Dios de alguna forma, y una de esas formas es en verano dar un poco de mi tiempo libre a poder echar una mano a aquellas personas que también lo necesitan.
El carisma vicenciano es un regalo, es una suerte ser vicencianos, esto es una forma de dar gracias por el carisma.
P: Como nos habéis dicho no es la primera vez que vais, pero, ¿Cuál ha sido la reacción de vuestras familias y amigos ante esta decisión?
D: Se sienten muy orgullosos y presumen: “¡Es que mi hijo ha ido a Mozambique!” [ríe] Se lo cuentan a todo el mundo. Es como un valor.
M: Es bonito. Además, que te pregunten… que se interesen… Tú sabes que vas un poco enviado por el colegio, enviado por tu familia… porque tú vas allí también en representación de ellos.
D: Si, porque muchas veces ellos como que te manifiestan que les gustaría ir, pero sus circunstancias, el miedo o la situación que sea no se lo permite. Por ello vuelcan también un poco sus ganas y sus esperanzas en el viaje que hacemos nosotros.
M: Es importante sentirte enviado. No vas solo en tu nombre, sino que vas en nombre de las personas que te quieren.
¿Pensáis compartir vuestra experiencia a la vuelta? ¿Cómo os gustaría hacerlo (charlas, redes, etc.)?
D: Pues nuestra idea es que sí.
M: Seguramente sí. Sor Ángeles López, que es la directora de nuestro colegio, nos ha dicho que el día del DOMUND, que se suelen dar testimonios misioneros esa semana, tengamos que contar un poco cómo nos ha ido, cuál ha sido nuestra experiencia, qué hemos dado y, sobre todo, qué hemos recibido.
D: Uno de nuestros objetivos también es compartir esta experiencia con todos nuestros alumnos. Yo, cuando volví del último viaje, a los alumnos que yo tenía se lo conté y, este año, también se lo he contado a los alumnos que he tenido. Al final, pones tu experiencia, lo conoces y las reflexiones que te generan las compartes con la gente que tienes alrededor. Al final todo esto nos enriquece.
Un año se propuso desde la Compañía de las Hijas de la Caridad que los profesores de los Centros Educativos Vicencianos pudieran ir a las misiones de las Hijas de la Caridad, como Angola, y algunos profesores fueron. A la vuelta nos contaron su experiencia, es fundamental que esa energía y esa experiencia se comparta. M: Es importante también ser testimonio de vida, de una vida coherente. Si tú eres vicenciano tienes que servir, tienes que ayudar. Daniel, por ejemplo, es responsable, en el colegio del equipo de voluntariado y, si él va a exigir a los alumnos que sean generosos con su tiempo libre, que sean generosos dando cosas… pues me parece que es importante que tú también seas ejemplo de generosidad.
