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PREGUNTA: Bienvenida, Sor Mercedes. ¿Qué tal estos primeros días en España? ¿Has notado mucha diferencia respecto de Mozambique?
RESPUESTA: Muchísima diferencia. El país está más desenvolvido [desarrollado], tienen más cosas pero la diferencia continúa siendo grande. Es grande respecto a las cosas que tienen: el transporte, el comercio…
P. ¿Cómo, cuándo y dónde sentiste la llamada para ser hija de la caridad y dedicar tu vida a los más necesitados?
R. Hace mucho tiempo cuando era pequeña. Mi tía era Hija de la Caridad y sentía que el trabajo que realizaba ella y so comunidad, entregarme al Señor y vivir en comunidad. Yo no me atrevía a decirlo, no sé por qué. Entonces, en esos momentos, empecé a pedirle a la virgen que me aumentase esa vocación que yo sentía para poder pedir lo que yo quería. Un día, estando lavando en el lavadero, coincidí con la Hermana Sirviente de la comunidad de mi tía. Se ve que ella se había dado cuenta de alguna cosa y me dijo:
– Merceditas, ¿tú no quieres ser hermana?
– Yo sí, respondí. Parece que estaba deseando que me preguntase porque era yo muy tímida, no me lanza a hablar así, de cualquier manera.
Enseguida empezaron a decir: Bueno, pues vamos a llevarte al aspirantado. Tenía que decírselo a mis padres, pero tampoco me atrevía porque era la mayor de mis hermanas. Fui de vacaciones a casa el año que había empezado el bachillerato. Yo no me atrevía a decirles nada porque me imaginaba que dirían: Uy, ahora nos vas a dejar justo con las niñas están creciendo…
Volví a casa de mi tía y desde allí tuve que escribir a mis padres. Mi madre me respondió que sentía que les dejara solos pero que, si Dios me llamaba por ahí, pues que sea. Así que me llevaron al aspirantado y allí estuve tres años. Después, por problemas de salud, me mandaron a Madrid para entrar aquí en el postulantado. Esto fue en el año 60.
P. ¿Cómo tu primera impresión cuando llegaste a Madagascar por primera vez? ¿Ha cambiado esa perspectiva desde entonces?
R. Me sentí muy feliz cuando llegué, especialmente cuando trabaja en el puesto de salud. Cuando llegué, Mozambique, no era independiente aún. La capital era como Portugal, toda llena de tiendas y cosas. Empecé en un puesto de salud a 12 kilómetros de la capital, Maputo. Allí atendíamos a los enfermos por la mañana y, por la tarde, hacíamos promoción: alfabetización, costura, etc.
Me ha tocado pasar muchas cosas allí, llevo casi 50 años en el país. Había mucha diferencia entre el antes y el después de la independencia.
P. ¿Cómo es un día típico en tu labor como misionera en el país?
R. Pues depende de donde estás trabajando, pero un día típico suele ser salir por la mañana a trabajar y volver por la noche. Las que nos quedamos en la Casa Provincial ahora son distintos.
P. ¿Cuáles son los principales desafíos a los que te enfrentas en tu labor misionera?
R. Nuestra misión es ayudar a los pobres en los lugares donde más lo precisan. El problema es que no tenemos mucho personal y los obispos quieren a las Hijas de la Caridad en todos los sitios, porque somos las que trabajamos con los pobres. Gracias a Dios, ahora tenemos muchas vocaciones y esperamos poder responder mejor a esta llamada.
P. En la provincia de Cabo Delgado, se está produciendo desde el año 2017 un conflicto armado que ha desplazado a millones de personas de sus hogares, ¿han llegado refugiados a la Casa Provincial?
No, pero al principio fuimos varios grupos a ayudar a los “dislocados” [desplazados] de esta zona. Estuvieron allí muchas hermanas trabajando bastante.
P. ¿Cuáles son los principales proyectos que realizáis en Madagascar? ¿Algún nuevo proyecto que tengáis en mente?
R. Ahora mismo tenemos hospitales y colegios. Antes trabajábamos integradas en el Servicio General del Estado de Salud. Ahora, además de eso, tenemos dos hospitales que nos dejaron para que los gestionáramos y organizáramos nosotras. En los colegios también, que ahora se llaman Escuelas Comunitarias.
Ahora mismo, en donde yo estoy, la Casa Provincial, tenemos un colegio con un programa de becas. Tenemos escuela primaria y secundaria.
P. ¿Cómo transmitís el mensaje vicenciano en vuestra comunidad?
R. Con la presencia. Algunas dan catequesis, otras hacen visitas a domicilio, etc. Durante estas actividades es cuando nosotras transmitimos el carisma vicenciano. Por otro lado, a través de las Comunidades Parroquiales también hacemos esta labor. Gracias a esta pastoral tenemos muchas vocaciones, especialmente fuera de la capital.
P. Por último, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a todas las personas que apoyan este tipo de proyectos?
R. Pues muchas gracias por todo vuestro esfuerzo y trabajo por los más necesitados. Es importante que continúen ayudando para poder proporcionar libros en las escuelas, medicamentos… Y, sobre todo, que lo sigan haciendo con amor.