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Para la Familia Vicenciana el 27 de septiembre es uno de los días más importantes de nuestro calendario festivo. Durante este día celebramos a San Vicente de Paúl, fundador de la Congregación de la Misión y de la Compañía de las Hijas de la Caridad, esta última junto a Santa Luisa de Marillac.
San Vicente, un adelantado a su tiempo.
Nacido el 24 de abril de 1581 en la pequeña aldea de Pouy, en las landas francesas. Desde muy joven tuvo que ayudar a su familia, debido a sus modestas posibilidades, como pastor. Tras estudiar en Dax y Toulouse, es ordenado sacerdote en el año 1600. Trece años después, entra al servicio de la familia Gondi en París, como profesor de sus hijos y director espiritual de la señora Gondi.

Durante los viajes con la familia fue poco a poco consciente de la dura realidad que vivía una gran parte de la sociedad francesa del siglo XVII. Fue entonces cuando su perspectiva y visión sobre el evangelio cambió, acercándose a las situaciones que vivían los más vulnerables. Sintiéndose profundamente comprometido con ellos fundó en 1625 la Congregación de la Misión con la ayuda económica de la familia Gondi. Su objetivo estaba claro: evangelizar a los más pobres de las zonas rurales.
San Vicente sabía que no era suficiente, por lo que en 1633 y junto a Luisa de Marillac fundó la Compañía de las Hijas de la Caridad, dedicadas a ayudar y cuidar a los enfermos y a los más necesitados. Con su apoyo, San Vicente fue capaz de movilizar a grandes figuras políticas de la época como la reina Ana de Austria. Además, no solo impulsó la renovación espiritual del siglo XVII junto a Santa Luisa de Marillac, sino que su enfoque de atención a los más vulnerables (que veía como seres con derechos, dignidad y protagonistas de su propia vida) le convirtieron en un adelantado a su tiempo. Este enfoque es en el que se fundamentan las ONGD que trabajamos a lo largo del mundo.

A lo largo de su vida, mantuvo una intensa correspondencia con las comunidades que fue fundando y de la que se pueden extraer los principios y valores en los que se sustentaba su acción. San Vicente fallecería el 27 de septiembre de 1660 en París, tras haber cambiado de forma radical la espiritualidad, la forma de transmitir al mundo el mensaje de Jesús y el modo en el que se ayuda a los que más lo necesitan.
La Familia Vicenciana: una misión compartida.
Desde el inicio, San Vicente comprendió que la misión de servir a los más vulnerables debía ser una tarea compartida, donde cada persona pudiera aportar lo mejor de sí misma. Así nació lo que hoy conocemos como la Familia Vicenciana, formada por Hijas de la Caridad, Misioneros Paúles, laicos consagrados, ONGD, fundaciones, asociaciones juveniles y miles de voluntarios en todo el mundo.

Esta gran familia, que se extiende a más de 150 países, sigue unida por el mismo carisma: “servir a Cristo en los pobres”. Lo hace a través de proyectos educativos, sanitarios, de emergencia y de cooperación al desarrollo, siempre desde la sencillez, la cercanía y la entrega.
Pero la Familia Vicenciana no se reduce a quienes forman parte de congregaciones o grupos. Cada persona que colabora, que apoya un proyecto, que se acerca a una realidad de pobreza con respeto y amor, también es parte de esta misión compartida. En COVIDE-AMVE lo vemos a diario: donantes, padrinos y madrinas, delegados, jóvenes voluntarios… todos unidos por una misma vocación solidaria que mantiene vivo el espíritu de San Vicente en pleno siglo XXI.
Nuestra acción bajo la luz y el camino abierto por San Vicente.
Como fundador de las Congregaciones que nos dieron vida, sigue siendo la brújula que guía nuestra acción a lo largo del mundo. Su manera de mirar a los más vulnerables, como sujetos con dignidad y derechos, es la base de los proyectos que realizamos a lo largo del mundo.
Por eso, desde COVIDE-AMVE trabajamos para que el acceso a la educación, la salud, la alimentación y la igualdad de oportunidades sea una realidad en los países del sur global. Cada beca que entregamos, cada proyecto de desarrollo que impulsamos, cada acción de sensibilización que realizamos tiene como raíz el espíritu vicenciano de servicio humilde, comprometido y transformador.

Al mirar hacia adelante, lo hacemos convencidos de que seguimos recorriendo el camino abierto por San Vicente: tender puentes entre quienes tienen recursos y quienes los necesitan, movilizar corazones generosos, y recordar que el amor se demuestra en obras concretas. Hoy, celebrar a San Vicente es renovar nuestra vocación de ser instrumentos de esperanza y de justicia en un mundo que aún clama por dignidad y fraternidad. ¡Feliz día a todas y todos!
